PEDIMOS DIÁLOGO Y FIN A LA VIOLENCIA EN FREIRINA
He creído un deber como pastor
de esta diócesis de Copiapó visitar la comunidad de Freirina en la situación
que está viviendo estos días.
Reunirme con mucha gente ayer
por la noche en la población Vicuña Mackenna para escuchar sus preocupaciones, y discernir lo
que está pasando, nos ayudó a todos a examinar serenamente los acontecimientos.
La oración desde la Palabra de Dios sobre lo sucedido estos días ha sido de
gran poder para iluminar y fortalecer el corazón de todos y ayudar a poner fin
a esta preocupante situación.
Junto con dar gracias al Dios de
la vida por el amor a su valle de esta gente sencilla y trabajadora, uno valora
el esfuerzo de esta comunidad porque su tierra y su ambiente sean apreciados y
respetados como creación de Dios para el bienestar de cada persona y de cada
familia. En este sentido, lamento profundamente la
violencia sufrida por Yahir Rojas, con el consiguiente dolor y preocupación de
su familia y de los vecinos de Freirina.
Recordamos anoche lo que el
beato Juan Pablo II, decía, a propósito del cuidado del medio ambiente:
"el aire puro y no contaminado, el agua limpia y suficiente" no son
una dádiva, sino un derecho humano de toda persona. Es un grito de toda la humanidad
hoy día que deben atender con aguda sensibilidad ética los gobernantes, los
empresarios, los trabajadores y toda la comunidad humana.
A un día de iniciado este nuevo
capítulo de enfrentamientos, se ha echado de menos el que no haya aparecido
ningún interlocutor ni del Gobierno ni de la empresa que se haga cargo de las
demandas de la comunidad. En el diálogo de anoche se percibía lo que alguien
dijo: "la preocupación del Gobierno llega hasta Tatara, donde está la
planta de Agrosuper, pero no hasta Freirina, 7 kilómetros más allá; se han
preocupado de la empresa y no de los habitantes de Freirina y de la Provincia
de Huasco".
Igualmente en este clima se ha hecho presente la indignación de la
gente del Valle del Huasco por la reciente aprobación de la Central Punta
Alcalde. No hay duda que las necesidades de carácter energético que hoy
enfrenta Atacama, nuestro país y el planeta, no nos pueden obligar a hipotecar
las vidas humanas ni los recursos naturales, los que están al servicio del
hombre, pero para ser usados con responsabilidad y sentido de futuro.
Espero que las autoridades
pertinentes pongan todo su empeño en facilitar el diálogo, al que confiamos
contribuirán también con su mejor disposición todos los actores involucrados.
Quienes buscamos el bien común,
en especial los que tratamos de seguir a Jesús de Nazareth como Señor y
Maestro, estamos llamados a discernir y apoyar lo que favorece la dignidad
humana. Pedimos al Dios de la vida que aleje del corazón y de las manos todo
tipo de violencia, y nos ilumine en tomar las decisiones pertinentes. Que
María, la Madre del Señor, cuyo Mes estamos terminando, nos ayude a hacer de
Chile una acogedora casa para todos.
+Gaspar Quintana J., CMF.
Obispo de Copiapó
Copiapó,
viernes, 07 de diciembre de 2012
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