miércoles, 20 de mayo de 2020

MI QUERIDA AMAZONÍA

  1.La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio. Dios nos regaló la gracia de tenerla especialmente presente en el Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre, y que concluyó con un texto titulado 

 Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida.
Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.
Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas.
Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos.

UN SUEÑO SOCIAL
8. Nuestro sueño es el de una Amazonia que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un “buen vivir”. Pero hace falta un grito profético y una ardua tarea por los más pobres. Porque, si bien la Amazonia enfrenta un desastre ecológico, cabe destacar que «un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres»[1]. No nos sirve un conservacionismo «que se preocupa del bioma pero ignora a los pueblos amazónicos»[2].
Injusticia y crimen
9. Los intereses colonizadores que expandieron y expanden —legal e ilegalmente— la extracción de madera y la minería, y que han ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas, ribereños y afrodescendientes, provocan un clamor que grita al cielo:
«Son muchos los árboles
donde habitó la tortura
y vastos los bosques
comprados entre mil muertes»[3].
«Los madereros tienen parlamentarios
y nuestra Amazonia ni quién la defienda […]
Exilian a los loros y a los monos […]
Ya no será igual la cosecha de la castaña»[4].

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