lunes, 25 de marzo de 2013

MENSAJES DE FRANCISCO I


Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.
Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos.


La conciencia ecológica: “Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, un hombre que ama y cuida la creación. En este tiempo no tenemos una relación tan buena con la creación, ¿verdad? Custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos”.

Quisiera pedir, por favor, a todos: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”.

La lucha contra la pobreza, tanto material como espiritual; edificar la paz y construir puentes. Son como los puntos de referencia de un camino al cual quisiera invitar a participar a cada uno de los Países que representáis. Pero, si no aprendemos a amar cada vez más a nuestra Tierra, es un camino difícil. También en este punto me ayuda pensar en el nombre de Francisco, que enseña un profundo respeto por toda la creación, la salvaguardia de nuestro medio ambiente, que demasiadas veces no lo usamos para el bien, sino que lo explotamos ávidamente, perjudicándonos unos a otros.

 

miércoles, 20 de marzo de 2013

CARTA GASPAR QUINTANA OBISPO DE COPIAPÓ


El agua nuestra, el agua de todos
Mensaje para el Día Internacional del Agua
22 de marzo de 2013

+Gaspar Quintana J., CMF.
Obispo de Copiapó

Un año más y el mismo tema: el agua. Parece un tema repetido y ya sin fuerza. Pero precisamente porque es de suma gravedad urge estar poniendo este asunto en la conciencia de todos: autoridades, empresarios, trabajadores y ciudadanos de todas las edades.
En efecto, decir que el agua es toda necesaria, significa que el acceso de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas es un “derecho inalienable” que no puede ser tramitado ni menos marginado de la conciencia individual y colectiva.
“El Día Internacional del Agua” quiere poner en el primer plano de los intereses de la humanidad una realidad tan simple como necesaria como ésta: sin agua no hay vida, la supervivencia está en crisis, no hay dignidad para la vida humana.
El recordado Benedicto XVI nos alerta frente a este hecho que es cada vez más dramático: cuidar el agua del planeta, como elemento esencial para las actuales genera-ciones y las que vengan en el futuro para las diversos pueblos y culturas de la tierra.
Al tocar este tema volvemos a decir que se requiere una “responsabilidad de veras compartida” por todos en considerar y administrar con inteligente madurez social este recurso precioso que es el agua.
Pensar de este modo en nuestros valles de Atacama nos llevará a hacer posible que “todos puedan tener acceso al agua, y de modo especial, aquellos hombres y mujeres que en cualquier parte de la tierra “viven en condiciones de pobreza o de urgente necesidad.”
Los gobernantes, los empresarios de la minería y otros sectores de la producción, más todos los ciudadanos deben tener claro que “el derecho al agua es un imperativo ético y político en un mundo que dispone de niveles de conocimiento y de tecnologías capaces de acabar con las situaciones de escasez de este elemento básico para sobrevivir digna y sanamente.”

Mirando el planeta, nuestro propio país, de modo especial nuestra Región ubicada en este Norte, tendríamos que evaluar el grado de responsabilidad social con que afrontamos el tema.

Hoy comienza a repetirse en diversos ambientes una expresión nacida al alero de la Iglesia: la vigilancia frente a “los desiertos de los desiertos.” Con estas palabras se hace alusión a “esos desiertos que nacen en el ser humano por una ausencia de criterios éticos que originan los desiertos físicos o materiales. Estos van apareciendo por una explotación irracional de los recursos naturales como el agua limpia y suficiente o el aire puro y no contaminado.
Que este “Día Internacional del Agua” nos impulse a todos a “modificar nuestra manera de vivir en un esfuerzo educativo capaz de restituir a este bien común de la humanidad que es el agua, el valor y el respeto que merece.” Tener esto en cuenta nos ayudará a actuar según esas motivadoras palabras de Jesús: “ámense unos a otros como Yo los he amado.”

+Gaspar Quintana J., CMF.
Obispo de Copiapó

 

Custodiar la Creación